24 de julio de 2011

Aviones de papel (24/07/2011)

"¡¡Eyy!! Llegas tarde"; a penas son las 3:47 de la mañana cuando suena el despertador y veo que no te levantas. "¿Acaso no te das cuenta de que tienes que ducharte y preparar el maletín antes de que venga la furgoneta a buscarte?" "...tengo tiempo más que de sobra" me dices con un ojo medio abierto. "Está bien, haz lo que quieras pero si llegas tarde luego no me digas que por qué no te he despertado".

No te das cuenta de lo feliz que me haces y sólo con tu trabajo. Te echo mucho de menos cuando pasas 3 ó 4 días fuera de casa, y sigo sin acostumbrarme a las dichosas despedidas, porque cada vez que te marchas, me quedo sola, duermo sola, y a pesar de tener a los niños y estar felizmente ocupada haciendo de madre, profesora, consejera, periodista e hija, tengo tiempo para pensar en ti, en que no estás, y en qué ciudad del mundo te encuentras. Si estarás echando una cabezadita en el avión, aterrizando o tomando unas copillas en algún bar de Los Ángeles. Y me apasiona cuando vuelves a casa y me cuentas tus aventuras; que si el copiloto era un joven con poca experiencia, el slot que perdísteis por culpa de una avería en el tren de aterrizaje, ese hotelazo que os pusieron en San Sebastián con vistas a la playa de la Concha, o simplemente que me hables de aviones, de tu mundo.
Y de los niños qué me dices, se vuelven locos al verte. Marta ya se está convirtiendo en toda una mujercita y hay momentos que le gustaría compartir contigo, que estuvieses, como la actuación de navidad en el colegio o la de sincronizada en febrero. Pero pocas veces podemos contar contigo. Suelo pedirle siempre a mi hermano que me acompañe o a alguno de mis padres pero no es lo mismo. ¿Qué pensarán el resto de madres de mí? Que soy una mujer viuda al cargo de 3 mochuelos, o divorciada, vete a saber. Por supuesto, que me encantaría que estuvieses conmigo en esos momentos, y es ahí cuando me cabreo y me digo a mí misma que por qué me tuve que casar con un piloto, pero al segundo, qué digo, a la milésima de segundo, me arrepiento de tener ese pensamiento, porque no hay nada que me haga más feliz que eso!
Daniel y Víctor también te añoran muchísimo, aunque son más pequeños y no dan tanta importancia a esas cosas; Además, cada vez que vienes de un nuevo destino, apareces con alguna tontería y les contentas. Y yo aquí, en cambio, me paso la vida cuidándoles, llevándoles y recogiéndoles del cole, haciendo la compra, cuidando la casa y aprovechando el poco tiempo libre que me queda por jugar con ellos... pero claro, eso no vale nada si lo comparas con el airbus 320 de juguete que les traes...

Ultimamente estoy agotada, en la radio no me dejan parar; siempre están con las dichosas audiencias. ¿Y qué más dará que me escuchen 300 que 300 mil? Lo importante es que los que estén al otro lado se sientan acompañados, que para eso estamos, para entretener e informar.

¿Recuerdas cuando me dijiste que teníamos que cambiarnos de ciudad? Jamás hubiese pensando tener que dejar Madrid, y menos por trabajo. Simpre decía que si lo hacía sería porque querría irme, cambiar de aires. Y ahora míranos, viviendo a las afueras de Liverpool, en una casa de dos plantas preciosa.

Todo tiene su recompensa y la mía eres tú; aunque yo sólo pueda volar aviones de papel.

1 comentario:

Madrileñéame

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